4.
Olvidé que tenía
una herida abierta.
Rayos, rayos de luz
me dolían en la sombra
debajo de mis ojos.
Un fantasma, un abuelo encorvado
me perseguía sin conocerme
y me golpeaba con un bastón
debajo de los puentes verdes
que van al cielo desde el parque.
Las estrellas, chillidos coléricos
mandando callar a los grillos.
Mientras, un niño duerme
bajo la teja de una hoja de naranjo.
Te ofrecí mis manos...
pero eran una sola herida,
llorando como una rosa húmeda
y sedienta como mis labios.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario