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Pensarte es recordar tus ojazos,
tu risa y esa curiosidad tan tuya.
Y recordar tus ojos es
como ascender en un pozo
y beber la saliva natural
y caracolear en tu espacio
como una cometa loca.
Pero si ríes, el cielo
y el recuerdo se agigantan,
las nubes se derriten
y me mojas hasta el alma
y subo y subo.
Me asustas, curiosilla:
por qué saber tanto?
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