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Desnudo,
me cobija la ausencia.
¡No puedo! Me imploro
y me escondo en estas manos.
Mis piernas le arrancan al lecho
un gemido
y creo poder
estallar
mis vísceras desde y hacia dentro.
No existen los adioses.
Todos se van pero todo se queda.
Uno se va y se queda el resto.


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